Erase una vez un gato y un ratón que eran muy amigos, y un día se fueron de
viaje en barco. Aquel día hubo una enorme tormenta y el barco se movía mucho.
Cuando vieron que se hundía, el gato y el ratón, con unas cajas de madera que por
allí había y hojas de plátano, se construyeron una barca. El barco se hundió, pero el
gato y el ratón se salvaron en aquella barca. Y comenzaron a navegar y a navegar,
días y días sin comer nada, y los dos tenían mucha hambre. El ratón dijo:

–Eh, amigo, tengo mucha hambre –y comenzó a roer las hojas de plátano.
–Espera, que ya casi estamos llegando –dijo el gato.

Pero el ratón siguió royendo las hojas de plátano para quitarse el hambre. Y tantas
hojas se comió que el barco comenzó a hacer agua y a hundirse. Y se hundió y
llegaron a una isla, y allí había muchas raíces que el ratón podía roer, pero nada
había de comer para el gato.

–Eh, amigo, yo también tengo hambre, mucha hambre, y aquí solo hay una cosa
que yo pueda comer: tú –dijo el gato.

El ratón, que ya se veía en las garras del gato, le dijo:

–No puedes comerme todavía, estoy muy sucio. Espera que me dé un baño y
luego, cuando esté limpio, me comes.

El ratón se tiró al agua a bañarse y comenzó a nadar alejándose de la isla y
del gato. Y así el ratón, gracias a su inteligencia, escapó de las garras del
gato. Dicen que desde entonces, los gatos ya no son amigos de los ratones
y siempre los persiguen, y, si los cogen, se los comen en seguida. Y dicen
también que es por esta habilidad de los ratones de escapar de los gatos por
lo que se dice: “Eres más listo que un ratón”.

Ruth Xalana fue la narradora de este cuento.

Este cuento aparece en Los cuentos del conejo y otros cuentos de la gente albina de Mozambique de la editorial www.librosdelasmalascompanias.com

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