Mientras recogíamos cuentos tradicionales de la gente albina de Mozambique, entrevistamos a una mujer albina, Susana, que había padecido un cáncer de piel y le faltaban las orejas, se dedicaba a quemar madera para hacer carbón vegetal y con lo que obtenía de la venta alimentaba a su padre, a su madre y a un sobrino que se había quedado sin padres a causa del SIDA.

Susana es una mujer muy pobre pero su patrimonio inmaterial es inmenso: sabe muchos cuentos, y con esa generosidad de la gente humilde nos los contó para nuestro libro. Queriendo devolver un poco de lo que habíamos recibido, le preguntamos: “Susana, ¿tú qué necesitas?”. Y ella nos contestó: “Sentir que le importo a alguien”. Aquella mujer que nada tenía necesitaba lo que necesitamos todos: sentir que le importamos a alguien. Y esta necesidad es más acuciante entre los más olvidados en esta sociedad de sobrevaloración de lo nuevo y lo joven: la gente mayor.

Hemos recogido en los centros de mayores de Chamberí 30 máquinas de coser que hemos enviado en un contenedor a Mozambique. Allí la gente albina aprenderá a coser y coserá todo lo que necesiten para su uso y para venderlo y obtener un poco de dinero con el que vivir. También coserán libros de tela con sus cuentos tradicionales que traeremos a Madrid y venderemos para ayudar al sostenimiento de la población albina. Hemos enviado, además de las máquinas de coser, material de costura, en muchos casos guardados por las mujeres y que pertenecían a ropa que ellas o su familia ha llevado, cosas que aquí no sirven pero que no se han tirado por su valor emocional y ahora van a recuperar su utilidad, al tiempo que van a simbolizar el afecto o la implicación de unas mujeres con el destino de otras.

Las personas con albinismo tienen siempre, en mayor o menor grado, baja visión. Sin ayudas, esta dificultad con frecuencia se traduce en abandono escolar, baja preparación y pocas posibilidades de encontrar empleo porque, a lo dicho, se añade su incapacidad para estar bajo el sol africano, causa de cáncer de piel y de que su esperanza de vida ronde los 30 años. Por eso, encontrar una actividad laboral que les permita dejar de ser dependientes es un reto.

La doble discriminación, por su condición de mujeres y albinas, sume con frecuencia a estas mujeres en un sufrimiento en soledad. Por eso, queremos ir más allá y que las mujeres albinas encuentren alguien para quienes sean importantes entre la gente mayor de nuestra ciudad, y queremos empezar por Chamberí, por las mujeres mayores que han donado sus máquinas, su pasado, su historia.

Nos proponemos recoger la historia (sonora y visual) de las mujeres que nos han donado sus máquinas:
- ¿Quiénes fueron las mujeres que cosieron en esa máquina?
- ¿Qué se cosía?
- ¿Cómo llegó la máquina hasta la donante?
- ¿Qué significó la máquina para esta mujer y por qué le ha costado desprenderse?
- ¿Por qué ha dado el paso de donar su máquina y vincularse a otra mujer que no conoce de nada?

También queremos recoger las historias de las mujeres que van a coser en las máquinas donadas:
- ¿Quiénes son?
- ¿Cómo es su vida?
- ¿Cómo llegaron al centro de Matola?
- ¿Qué van a coser?
- ¿Qué va a suponer la máquina en su vida?
- ¿Qué creen que pueden hacer por las mujeres mayores que les han donado las máquinas?
Creemos que es importante mostrar la importancia de poder implicarse en el devenir de personas aún sin conocerlas, asumiendo compromisos que si bien darán más sentido a su vida, buscarán un mundo mejor. Y creemos que en este caso, tiene más sentido hacerlo trabajando con mujeres porque han sido ellas, especialmente desde los ecofeminismos, las primeras en alertarnos sobre el desarrollismo a toda cosa y en alzar su voz contra la explotación de las mujeres y de la naturaleza, viendo una íntima relación entre éstas.
Queremos unir a las mujeres de uno y otro continente a golpe de puntadas para que ninguna de ellas vuelva a decir jamás: necesito sentir que le importo a alguien.
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